Primero la historia... teorías sobre el apego.

Publicado en por niñezsocioafectiva

La preocupación por la relación temprana del niño con su madre fue uno de los temas centrales de muchos investigadores. Los primeros trabajos en esta línea fueron realizados por René Spitz, (1935) psicoanalista, quien comenzó sus trabajos observando el desarrollo de niños abandonados por sus madres que llegaban a centros de huérfanos. Estas observaciones le permitieron concluir que la madre sería la representante del medio externo y a través de ella el niño podía comenzar a constituir la objetividad de éste.

 

 

John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista, trabajó durante años en clínica infantil y planteó la teoría del apego, la que concibió como una tendencia de los seres humanos a establecer vínculos afectivos sólidos con personas determinadas a través de la vida. En 1958 postula que el vínculo que une al niño con su madre es producto de una serie de sistemas de conducta, cuya consecuencia previsible es aproximarse a la madre.
Concretamente, sostiene que el sistema de apego está compuesto de tendencias conductuales y emocionales diseñadas para mantener a los niños en cercanía física de su madre o cuidadores.


A través del tiempo, la propuesta de Bowlby se ha convertido en una de las teorías más influyentes en la psicología, siendo de interés para distintos autores; incluso es considerada actualmente como un cuerpo sólido y sistemático con importante investigación empírica.


La interacción que se produzca entre el cuidador y el niño podrá dar cuenta de la calidad del vínculo, lo que tendría que ver con lo que Bowlby (1980) identificó como modelos operantes internos o modelos de trabajo internos, que serían expectativas que posee el niño acerca de sí mismo y de los demás, y que le hacen posible anticipar, interpretar y responder a la conducta de sus figuras de apego, ya que integran experiencias presentes y pasadas en esquemas cognitivos y emocionales. Así el apego seguro en la infancia predice la curiosidad intelectual y la competencia social en la niñez, aun que se ha encontrado que el modelo de trabajo interno de los padres es un mejor pronosticador del apego que el de los niños, pues sus modelos pueden cambiar con el tiempo.


En la misma línea, Fonagy y sus colaboradores señalan que a partir de experiencias repetidas con sus figuras de apego, los niños desarrollan expectativas en cuanto a la naturaleza de las interacciones. Así, las relaciones tempranas de apego poseen amplia influencia en la capacidad para regular el estrés, en la regulación de la atención y en la función mentalizadora de los sujetos. Crittenden también habla de modelos internos, que implican cierta forma de procesar la información acerca de la conducta de las figuras de apego y, asimismo, mayor o menor tendencia a ciertos tipos de psicopatología.


Las primeras investigaciones detalladas de las diferencias individuales en apego fueron dirigidas por Mary Ainsworth quien trabajó con Bowlby en una asociación.  En 1978 Ainsworth, Blehar, Waters y Wal desarrollaron la primera clasificación de apego en niños y describieron los tres patrones generales: seguro, inseguro/evasivo y ambivalente. Posteriormente, Main y Solomon (1986), agregaron una cuarta categoría desorganizada. Un aspecto interesante de esta clasificación, es que se basa en la expresión y regulación emocional, la calidad del apego se establece fundamentalmente dependiendo de cuán bien está la regulación emocional dado el servicio de la exploración y el dominio.

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